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Algunas veces el pasado nos genera nostalgia y el futuro angustia. Para vivir en paz, y ser instrumentos de paz en nuestra familia, es necesario esforzarnos por vivir en el presente, con el corazón en las cosas de cada día y sin perder la capacidad de asombro y admiración por lo que nos sucede.
Año 4 - Nº 19 Mayo 2006
 
DEPARTAMENTO DE CATEQUESIS
 
Peregrinación a Luján


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Testimonios

Esta peregrinación me hizo plantear cómo quiero vivir mi fe, mi vida. Al principio, y creo yo que le pasó a muchos, dudaba de ir. El año pasado había sido una experiencia distinta a las que había tenido, porque era la primera vez que peregrinaba, pero no sabía si iba a poder dedicarle un día a María, completamente a ella. Reconozco que en la peregrinación del 2005 me dediqué a hablar con la gente que tenía alrededor, a conocer gente nueva, pero no recé lo suficiente. Así que este año decidí vivirla distinto. Unos días antes empecé a prepararme, a rezar, a comulgar, a preguntarle a Dios qué quería de mí en esta peregrinación. Después de tanta preparación llegó al fin el día. Apenas llegué al colegio y me dijeron que íbamos a tener comunión en La Rábida, me arrepentí de estar ahí. Lo único que yo quería era llegar a la Basílica, recibir a Jesús y ofrecerle toda la caminata. Pero bueno, estaba feliz de haber compartido con Él ese momento tan especial, así que con todas las ganas que tenía de llegar a Luján, me subí al colectivo. Ya en Pilar empecé a sentir ese “espíritu” que me llenó de alegría el día de la Peregrinación. Empecé a sentir que cada paso que daba se lo ofrecía a María, y que si estaba ahí era solo por ella. Después de la primera meditación sentí que quería gritar por todos lados “Cuán grande es el amor de Dios”. Me junté con un grupo y empezamos a cantar y rezamos el rosario. Seguí con ellas hasta Luján. La verdad que tengo MUCHAS cosas que decirle a la Virgen, pero creo que la más importante es ¡GRACIAS!, porque no sólo me llené de alegría cuando llegué allá, sino que me acerqué a gente nueva, pude conocer más a María y ahora realmente le puedo decir “Mamá, ¡TE AMO!” Un largo día, muchísimas emociones, muchas cosas pasaron por mi cabeza cuando vi la basílica en frente mío. Corrí con toda la fuerza que tenía, para llegar junto a Ella y decirle realmente TODO. No tengo palabras para describir ese momento en el que me arrodillé frente a María. Y si ahora me preguntás cómo quiero vivir yo mi vida, creo que mi respuesta sería cantando, rezando, creyendo y amando como Ella nos ama.

Candela Vázquez

Al principio me anoté porque me había gustado mucho la peregrinación del año pasado. Sabía que iba a ser distinta por varias cosas: no éramos los mismos, nos habíamos confirmado y un año es bastante tiempo. Cuando llegué al Colegio me llamó la atención, que estuviéramos tanto tiempo para salir. Después me enteré que era porque había habido un cambio. Íbamos a tomar la comunión en la Rábida, por lo que no íbamos a la misa de la Basílica. Pero eso no me sacó las ganas. En el colectivo, nos dieron una charla los chicos del colegio explicándonos cómo fue que la Virgen de Luján termino ahí. Me gustó mucho. Al llegar a Pilar nos pidieron que estuviéramos tranquilos porque los chicos seguían en adoración e íbamos a participar. Cuando empezamos a caminar, me puse un poco de malhumor porque no estaba en el lugar que quería. En el trayecto pude meditar el Rosario y, la verdad nunca lo había escuchado tan atentamente.  En la primera parada nos leyeron el evangelio de las Bodas de Caná y nos hicieron unas preguntas a modo de meditación. Más tarde, en la segunda, nos leyeron sobre la Transfiguración de Jesús, otra vez con unas preguntas. Todas éstas me ayudaron a meditar a lo largo del camino (aunque no a todas les encontré una respuesta). Durante el camino recé, canté y estuve con amigas que hace tiempo que no estaba. Cuando estábamos entrando en Lujan, al ver la sorpresa de la gente que nos estaba mirando me puse contenta, porque me di cuenta de que todos los que estábamos caminado, dábamos un gran testimonio de amor hacia la Virgen. En la Basílica, todos empezamos a correr de la emoción. Adentro fue muy lindo poder visitar a María ofreciéndole la peregrinación. Cuando volvimos me dolían los pies y estaba cansada, pero la pasé bárbaro. Unos días después Agustín Porres, que se había quedado en la misa, nos comentó que en la misa dijeron que la vida es como una peregrinación. Yo me puse muy contenta porque me gustó mucho la forma en que pasé la peregrinación: cantando, rezando, y con mis amigas. Así quiero pasar mi vida.

Delfina Quiroga

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