Somos exigentes porque sabemos que no esperar mucho de un alumno es olvidarse de sus posibilidades de verdadera realización. Pero la nuestra no es una exigencia por "moldes", sino que respetamos los tiempos y las características de cada uno. Elegimos el camino de la exigencia amable: que cree en las capacidades del otro y sabe respetar, ser cálido, escuchar y dialogar.

En Los Robles la autoridad se ejercita como un servicio, con plena conciencia y responsabilidad, y se manifiesta en un profundo respeto por el alumno. Evitamos tanto el autoritarismo como el permisivismo.

Impartimos una educación individualizada, dedicándole un tiempo específico y organizado para cada uno de nuestros alumnos. En este aspecto, las tutorías son una herramienta concreta y contribuyen a crear el clima especial que se vive en el Colegio Los Robles y del que puede dar testimonio todo aquel que forma, y ha formado parte del mismo.

No limitamos la Fe al hecho de dar catequesis, sino que intentamos formar una cosmovisión cristiana y pregonar con originalidad y audacia el ideal de una santidad juvenil. Nos esforzamos en favorecer el encuentro con Jesús vivo y actuante. El amor a nuestra Madre, la Virgen María, es parte del clima espiritual que, con mucha alegría y devoción, viven nuestros alumnos y profesores. Todo esto se cristaliza en los retiros, misas, misiones y peregrinaciones en la que libremente participan nuestros alumnos.

Hoy más que nunca, pensamos que la misión de educar, no termina en los límites del Colegio. Por ello, estamos atentos a la realidad que viven nuestros alumnos fuera del ámbito escolar: los lugares de diversión, las modas y cambios que se van produciendo, el paso a la universidad, los problemas sociales. Nos convertimos en copilotos de los padres que confían en nosotros y, mutuamente enriquecidos, nos apoyamos y apuntalamos en esta gran tarea de educar.